Además de las costumbres alimentarias, otros instrumentos que se ponen al servicio de la recreación de la identidad de grupo son: la lengua, la confesión religiosa, la onomástica, los oficios, la música, los juegos, la vestimenta, etc. Las prácticas que conlleva cada uno de ellos no tienen probablemente la misma relevancia en todos los casos, pero todas tienden al mismo fin: la reconstrucción de la identidad de origen.
Para nuestros antepasados piamonteses, la lengua piamontesa fue, durante varias décadas (1880-1940), un factor identificatorio sumamente importante. Por otra parte, en la llamada Pampa gringa, la supremacía adquirida por el piamontés en razón de las relaciones comerciales que se mantenían a través de él pronto lo convirtió en una suerte de lingua franca, adoptada por nativos e inmigrantes de otras procedencias. Los únicos lugares en los que se no se hablaba piamontés eran la escuela y la iglesia. Los maestros impartían sus clases en español y los sacerdotes no celebraban misa ni en español ni en piamontés, sino en latín. Cabe también recordar que no todos los inmigrantes piamonteses de la Pampa gringa hablaban originalmente piamontés, sino otras lenguas y dialectos presentes hasta el día de hoy en el territorio del Piamonte.
Para nuestros antepasados piamonteses, la lengua piamontesa fue, durante varias décadas (1880-1940), un factor identificatorio sumamente importante. Por otra parte, en la llamada Pampa gringa, la supremacía adquirida por el piamontés en razón de las relaciones comerciales que se mantenían a través de él pronto lo convirtió en una suerte de lingua franca, adoptada por nativos e inmigrantes de otras procedencias. Los únicos lugares en los que se no se hablaba piamontés eran la escuela y la iglesia. Los maestros impartían sus clases en español y los sacerdotes no celebraban misa ni en español ni en piamontés, sino en latín. Cabe también recordar que no todos los inmigrantes piamonteses de la Pampa gringa hablaban originalmente piamontés, sino otras lenguas y dialectos presentes hasta el día de hoy en el territorio del Piamonte.
A este respecto, véase asimismo Las lenguas de nuestros antepasados.
Resulta oportuno señalar que el sociolingüista Marco Giolitto, en su magistral obra La communauté piémontaise d'Argentine (2010), realiza un análisis pormenorizado de los diversos aspectos lingüísticos del combate (sic) que implicó la inserción de los piamonteses en la sociedad pampeana.
Otras manifestaciones importantes de la reconstrucción identitaria fueron el canto, íntimamente relacionado con la lengua, y la música. Ambos estaban presentes en las celebraciones familiares (bautizos y casamientos) y en las reuniones entre amigos, en las que raras veces no se jugaba a los naipes y a las bochas.
La gran mayoría de nuestros antepasados piamonteses profesaban la fe católica. Sin embargo, también se afincaron en la Provincia de Santa Fe, aunque en número considerablemente menor, otros inmigrantes procedentes del Piamonte que eran adeptos al valdeísmo. En ambos casos, el asistir a la misa o al culto operó como factor aglutinante, tendiente a la reconstrucción de la identidad de grupo. Contrariamente a la situación en que se encontraron los piamonteses católicos al llegar a la Argentina, cuya religión preeminente era y es el catolicismo, en el caso de los piamonteses valdenses, el factor religioso jugó un rol sumamente importante en la recreación de la identidad de grupo.
En lo referente a los piamonteses valdenses, véase asimismo Apellidos valdenses en actas sacramentales de algunas parroquias católicas.
El concurrir a la iglesia los domingos favorecía los encuentros entre parientes y amigos, quienes, terminada la misa, se reunían en el atrio para intercambiar las últimas noticias relacionadas con la vida familiar y las actividades del campo. Lo mismo sucedía después de los oficios fúnebres y muy particularmente, en el cementerio, los días de los Santos y Difuntos, que congregaban en torno a las tumbas y mausoleos de los seres queridos a decenas de parientes y allegados.
Otra de las marcas identificatorias de la comunidad piamontesa fue la que le otorgaban el oficio o la profesión ejercida por la mayoría de sus miembros. En un elevado porcentaje, nuestros antepasados piamonteses se dedicaban a la agricultura, a la cría de ganado o a la producción de leche. A este respecto, resulta interesante observar las cifras arrojadas por los censos (1) o reflejadas en las obras de historiadores locales como Juan. J. Schwind (2), J. Perrone (3) y tantos otros. En fuerte contraposición numérica se encuentran los conjuntos constituídos por un lado, por agricultores y tamberos y por el otro, por comerciantes y artesanos, diferencia cuantitativa que, como es lógico pensar, ya se daba en los países europeos. Tanto unos como otros habían huído de la terrible crisis económica que azotaba por entonces a Europa y particularmente a Italia, cuya fuerte depresión económica se debía asimismo en gran parte a las onerosas guerras con que se había llevado a cabo la reciente unificación. En palabras del ya mencionado M. Giolitto, otro factor no menos relevante del éxodo piamontés fue la industrialización y la consiguiente marginalización de vastos sectores de la población.
(1) Censo de la Provincia de Santa Fe (1887) y II Censo Nacional (1985).
(2) Historia de San Carlos, p. 150, Santa Fe,
(3) El Diario de la historia argentina 1852-1916, tomo 2, Buenos Aires, Ediciones Latitud, 1979
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