miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Predestinación?


San Francesco e il lupo di Gubbio di Turildo Conconi

En la incensante sucesión de los hechos vividos en los años mozos, no tenemos tiempo o suficiente madurez para percatarnos de que quizá hay hilos invisibles que unen las cosas unas a otras. Desde hace unos años, me da vueltas por la cabeza la idea de que tal vez no sea fortuito que mi vida se encuentre jalonada por los nombres Francisco y Francisca .

El origen latino del nombre Franciscus, adapación del germano *frankisk, se remonta al siglo XI. Primeramente, denotó pertenencia al pueblo germano de los francos, luego al de los franceses. Sin embargo, a partir del siglo XIII, su uso pasó del dominio laico al religioso, debido a la fama de San Francisco de Asís y al creciente culto con que se lo veneraba. Cabe precisar que el Poverello d'Assisi no fue bautizado con el nombre con que se lo conoce hasta nuestros días, sino que éste le fue dado posteriormente por su padre, mercader de telas, en razón de sus asiduas relaciones comerciales con Francia, a donde viajaba a menudo por negocios. El Poverello d'Assisi, con blancas palomas en sus manos y rodeado de otros animalitos, fue el tema de mi primera pintura al óleo, cuando era niño.

Mi querida madre, a la que todos conocían como Anita y que como tal firmaba, se llamaba Francisca Ana.

San Francisco es el nombre de la ciudad donde viví durante varios años.

El francés es la lengua a la que me he dedicado apasionadamente toda mi vida.

Las hermanas franciscanas son la congregación religiosa a la que pertenece una de mis tías, y a cuyo convento (Alberdi, Rosario) fue a parar mi cuadro de San Francisco.