sábado, 16 de marzo de 2013

Dime quién eres y...


Dime quién eres y te diré lo que 
encuentre en mi base de datos

Hace unos cuantos años, me inscribí en un foro de genealogía italiana y desde el primer día me sorprendió el hecho de que ninguno de los participantes apareciera con sus nombre y apellido, sino con un seudónimo. Tuve la extraña sensación de que había llegado a una suerte de fiesta de disfraces en la que el único que estaba vestido como todos los días era yo. Por si se creyera que estoy exagerando la nota, éstos son algunos de los seudónimos usados: a2n2, aamc, abryx, acquarius66, ADSDA, aepxi, akakene04, albatros, BABA47, baba99, badbrain, bagbag, cacatua... y 9000 más. Al cabo de algún tiempo, durante el cual respondí a mensajes mandados a la lista por muchos seres enmascarados, me atreví a preguntar por qué en el foro en el que nos encontrábamos agrupados, en el que se intercambiaba precisamente información genealógica, nadie se presentaba con su nombre de pila y su apellido. Se me contestó en forma lacónica que se trataba de una política de preservación de la privacidad de las personas. A ninguno de los que me respondieron se le ocurrió preguntarse si tal práctica de ocultamiento no sería quizá incompatible con la tarea de rastrear antepasados e investigar sus vidas, lo cual implica de alguna manera la búsqueda de la propia identidad de quien lo hace. De más está decir que desde entonces, mi presencia en el foro en cuestión ha sido cada menos frecuente.

Durante los mismos años, paralelamente a la fiesta de disfraces del foro italiano, pero en este mismo blog, se ha venido dando otro tipo de fiesta que, en mi opinión, supera a la de los seudónimos. Siempre se ha dicho que los argentinos tenemos la capacidad de potenciarlo todo. A ver qué piensan ustedes: alrededor de un 60% de los 613 mensajes recibidos hasta hoy son anónimos. A pesar de que en mis respuestas, yo pongo "si bien no acostumbro responder a mensajes anónimos y haciendo una excepción, ...", en la mayoría de los casos las mismas personas vuelven a escribirme anónimamente. La sensación, en estos casos, ya no es la de estar en una fiesta de disfraces, sino más bien en una fiesta de fantasmas.  Es cierto que todo es cuestión de costumbre pero...

¡Que pasen un buen fin de semana!

Hugo Alloa