martes, 23 de octubre de 2012

Un poco de historia



Hace alrededor de dos mil quinientos años, o sea en el siglo V a.C, la llanura padana, en la que se encuentran el Piamonte y las otras regiones italianas septentrionales (Lombardía, Véneto y la parte norte de la Emilia-Romagna), fue ocupada por tribus gálicas, y recibió, por parte de los romanos, el nombre de Galia Cisalpina (más acá de los Alpes), en contraposición con la denominación de Galia Transalpina (más allá de los Alpes), con que se aludía a los demás territorios galos de las actuales Francia y Bélgica.

En el año 220 a.C, los territorios piamonteses fueron ocupados por los romanos. Dichos dominios comprendían la Galia Transpadana (región situada al norte del río Po) y la parte norte de Liguria.

Entre 58 y 51 a.C, la Galia Cisalpina, al igual que el resto de las Galias (Aquitania, Celtica y Belgica), fue invadida por César y anexada al Imperio Romano.

En el año 27 a.C, el emperador Augusto reorganizó las antiguas Galias, y el Piamonte pasó sucesivamente a formar parte de las IX y XI regiones del imperio.

En los siglos siguientes a su integración al Imperio Romano, el Piamonte sufrió sucesivamente las invasiones bárbaras de los visigodos, érulos, ostrogodos, bizantinos, longobardos y francos, cuya penetración en los territorios de la península itálica, en 476, acabó poniendo fin al Imperio Romano de Occidente.

En el siglo X, surgieron en el Piamonte las marcas de Turín (Torino), Ivrea, Susa, Monferrato y Saluzzo, punto de partida de los homónimos marquesados medievales, cuya historia hasta 1418, año en que comienza la unificación piamontesa, y aún por cierto tiempo más, fue una larga sucesión de luchas por un lado, entre los Saboya y los reyes de Francia, y por el otro, entre los propios marquesados piamonteses.

Turín, la Julia Augusta Taurinorum, es colonia romana a partir del siglo I a.C. En 312 d.C, es escenario de la victoria de Constantino sobre Majencio. Posteriormente es dominada por bizantinos, longobardos y francos. Estos últimos la convierten en condado. Luego, entre 940 y 1091, Turín constituye una marca dependiente del Marquesado de Ivrea. Finalmente, con el casamiento de Adelaida, última heredera de dicho marquesado, con Oddone de Saboya, Turín, Ivrea y Susa, pasan a manos de la casa de Saboya. En el siglo XII, Turín se transforma en libero comune, y en 1251 pasa a ser feudo de los Saboya. En 1280, tras el paréntesis relativamente breve de los señoríos de Anjou y de los marqueses de Monferrato, Turín vuelve a manos de Tomás III de Saboya. De allí en más, su historia se identifica definitivamente con la de los Saboya.

Susa (Segusio), de origen celta, fue primeramente municipio romano. En 773, en las proximidades de Susa (Chiuse di Susa), Carlomagno derrota al rey longobardo Desiderio. En 1047, Susa se convierte en pertenencia de los Saboya, y en 1168 repele el ataque de Barbarroja, quien acaba incendiándola en 1173. Algunos años más tarde, con el ya mencionado enlace matrimonial de Adelaida de Ivrea y Oddone de Saboya, la marca de Susa, al igual que Turín e Ivrea, comienza a ser parte de los dominios saboyanos.

Ivrea, la antigua Eporedia, es fundada en 100 a.C. Es sucesivamente capital de un ducado longobardo y de un condado franco. Bajo el gobierno de Berengario II y luego de Arduino, se convierte en la florenciente y así denominada Marca de Italia. Posteriormente, como parte de la dote matrimonial de la marquesa Adelaida, Ivrea integra, en 1091, el conjunto de territorios de la casa de Saboya.

Saluzzo, capital del marquesado homónimo desde 1142 hasta 1548, surge con Manfredo del Vasto († 1175), quien hereda los dominios feudales de su padre Bonifacio. Durante mucho tiempo, Saluzzo es disputado por Francia, que lo ocupa en dos períodos (1487-1490 y 1548-1601), y los Saboya, a quienes es devuelto finalmente por el rey de Francia Enrique IV, en virtud del Tratado de Lyon de 1601.

El Monferrato se constituye en marquesado a fines del siglo X, cuando el emperador Otón I otorga, en 967, el feudo de Monferrato, Acqui, Savona y otros territorios a la familia de los Aleramici. Después de la muerte de Otón I, el feudo se divide entre las dos ramas de marqueses, la de Monferrato y la de Savona. Es aún regido por los vasallos del imperio hasta 1305, en que pasa a la dinastía bizantina de los Paleólogos, que gobiernan en Monferrato hasta 1533, año de la muerte de Giangiorgio Paleólogo. Disputado entre los Gonzaga de Mantua y la casa de Saboya, el emperador Carlos V entregó a Federico Gonzaga (1536) el marquesado, que el emperador Maximiliano II convirtió en ducado (1575). Las muertes de los duques Francesco IV (1612) y Vincenzo II (1627) originaron dos guerras de sucesión en las que la casa de Saboya intentó adueñarse del trono ducal. Pero el Tratado de Cherasco (1631), que puso fin a la cuestión, entronizó en Mantua-Monferrato a la casa francesa de los Gonzaga de Nevers y de Rethel, aunque una parte del territorio fue entregado a los Saboya. Víctor Amadeo II de Saboya, involucrado en la guerra de Sucesión de España, ocupó el Monferrato (1707), posesión que le fue reconocida por los Tratados de Utrecht (1713) y de Rastadt (1714).

La historia piamontesa del siglo XI se caracteriza pues por las anexiones territoriales de los Saboya, quienes extendieron su dominio desde el Valle de Aosta hasta los marquesados de Ivrea y Turín. Pero ¿qué territorios poseían hasta entonces los Saboya? En el siglo X, esta antigua familia condal se alzó con el poder en la región francesa de Saboya, cuna de la dinastía homónima, y el emperador germano Conrado III concedió a Humberto I (el “de las blancas manos”), además del condado de Saboya, el condado de Maurienne, al que se sumaron posteriormente los territorios del Châblais, una parte del Valais (actual cantón suizo) y el condado de Aosta. Con el casamiento de Oddone, hijo de Humberto, con la marquesa Adelaida, las posesiones de los Saboya, como ya se ha visto, abarcaron asimismo los marquesados de Turín, Susa e Ivrea.

En 1263, Pedro II siguió expandiendo su dominio por territorios suizos. En 1285 se produjo la división de los estados saboyanos en tres partes: el condado de Saboya (para la rama principal, al mando de Amadeo V), la baronía de Vaud (gobernada por Ludovico I) y el condado de Acaya en Piamonte. Las posesiones de los barones de Vaud volverían a los condes de Saboya un siglo después, y las de los condes de Acaya, en 1418.

En el siglo XIV, Amadeo VI (1334-1383) unió a sus dominios las ciudades de Chieri y Mondovì (1355), Biella (1379), Santhià y Cuneo (1382). Su sucesor, Amadeo VII (1360-1391) dió a sus posesiones una salida al mar, con la anexión de Niza y otros territorios de Liguria. Su importante obra fue reconocida por el emperador Sigismundo, quien en 1416 le confirió el título de duque.

En el siglo XV, Turín se convirtió en la capital del Ducado de Saboya, y Amadeo VIII añade a sus territorios la ciudad de Vercelli, ganada en 1427 a los Visconti, y algunas tierras del marquesado de Monferrato (1432).

Entre mediados del siglo XV y 1550, la casa de Saboya, envuelta en las guerras franco-españolas, pierde la casi totalidad de sus posesiones. Sin embargo, una vez sancionada la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559, el duque Manuel Filiberto (1528-1580) recupera parte de sus territorios, y en 1574, tras salir victorioso de la batalla de San Quintín, recibe en devolución, del rey de Francia Enrique III, las tierras ocupadas por los franceses.

En 1610, Carlos Manuel I (1562-1630) firma con Enrique IV de Francia el Tratado de Bruzolo, primera afirmación de las aspiraciones saboyanas sobre la Lombardía, mientras mantiene una hábil política de equilibrio entre Francia y España. Sin embargo, la guerra por la sucesión de Mantua y el Monferrato provoca en 1632 la ocupación, por parte de las tropas francesas, de la ciudad de Pinerolo, que volverá a los Saboya solo en 1637. Hasta fines del siglo XVII prevalece en el ducado una política de neto influjo francés, que los Saboya abandonan sin embargo en 1690, para participar en la guerra que la Liga de Augusta había declarado a Francia. De haber aceptado Víctor Amadeo II una alianza con Luis XIV, éste lo habría obligado a entregar las fortalezas de Verrua y Turín. La participación en la guerra de sucesión española, con la victoriosa batalla de Turín y la expulsión de los franceses, vale al Piamonte la devolución de la ciudad de Casale, y la Paz de Utrecht de 1713 asigna a Víctor Amadeo II todo el Monferrato, Alessandria, Valenza, la Lomellina, el Valle del Sesia, y además, Sicilia, sobre la que ejercerá en adelante el título de rey.

En 1720, por el Tratado de La Haya, Piamonte cede a Austria la isla de Sicilia a cambio de Cerdeña, acto por el que queda constituido el Reino de Piamonte y Cerdeña.

En 1738, Carlos Manuel III obtiene, en virtud del Tradado de Viena, las ciudades de Novara y Tortona.


En 1748, la Paz de Aquisgrán lleva la frontera del reino hasta el río Tesino (Ticino).

En 1792, el Piamonte es ocupado por los ejércitos republicanos franceses, y en 1796, por las tropas imperiales comandadas por Napoleón. Es dividido en cinco departamentos: Dora, Po, Stura, Sesia y Marengo. Finalizada la primera campaña napoleónica de Italia, Víctor Amadeo III (1726-1796) se ve obligado, al firmar la Paz de París (15/05/1796), a ceder a Francia las regiones de Niza y Saboya. Su sucesor, Víctor Manuel I (1759-1924), se retira a Cagliari, en Cerdeña, y permanece allí hasta 1814, en que retoma posesión de todos sus territorios franceses y piamonteses.

Así pues, tras una ocupación de veinte años, Piamonte es restituido a los Saboya, y Turín se convierte en el foco de la unificación italiana.

En 1831, con la muerte de Carlos Félix, se extingue la línea primogénita de la casa de Saboya, y tal como ha sido establecido en el Congreso de Viena de 1814, la sucesión al trono corresponde a partir de entonces a la rama de los Saboya Carignano.

Las etapas de la unificación italiana

En noviembre de 1852, Cavour asume el cargo de primer ministro del Reino de Piamonte-Cerdeña, bajo la autoridad de Víctor Manuel II. Su programa de acción es la reunificación de Italia.

En julio de 1858 se celebra entre Napoleón III y Cavour la entrevista de Plombières, en la cual Francia promete al Piamonte ayuda militar contra Austria.

En el mes de noviembre de 1859, en virtud del Tratado de Zurich, el Piamonte obtiene la Lombardía.

En marzo de 1860 se lleva a cabo el Plebiscito de Turín y a cambio de la Lombardía, las regiones transalpinas de Saboya y Niza son cedidas definitivamente a Francia. De allí en más, los Saboya Carignano (Víctor Manuel II, Humberto I, Víctor Manuel III, Humberto II) se suceden a la cabeza del Reino de Italia desde 1861 hasta 1946.

En marzo / abril de 1860, la Toscana, los ducados de Parma y Módena, tras la expulsión de sus príncipes, votan su anexión al Piamonte. Lo mismo sucede con la Romaña al liberarse de la autoridad pontificia.

Desde mayo a octubre de 1860, Garibaldi, que parte del Piamonte con sus mil camisas rojas, desembarca en Sicilia y toma el Reino de las Dos Sicilias, en el que se convierte en dictador.

En septiembre de 1860, para no dejar el Reino de las Dos Sicilias únicamente en manos de Garibaldi, Cavour envía un ejército que atraviesa Italia de un extremo a otro de la península. Las fuerzas piamontesas derrotan entonces las tropas pontificias y éstas capitulan. La región de Roma, protegida por Francia, escapa a la autoridad piamontesa.

En octubre de 1860 se llevan a cabo en Umbria, Marche y en las Dos Sicilias plebiscitos que resultan favorables al Piamonte. Garibaldi acaba por ceder.

En marzo de 1861, Víctor Manuel II es proclamadao rey de Italia.

En octubre de 1866 se celebra el Tratado de Viena, con el que se pone fin a la guerra entre Prusia y Austria. Italia, aliada a Prusia, obtiene la región del Véneto.

En noviembre de 1867, debido a una intervención francesa, los Garibaldinos fracasan en su intento por apoderarse de Roma.

Finalmente, en septiembre de 1870, tras la derrota francesa por los alemanes, las tropas italianas entran, sin combate, en Roma. Por vía de plebiscito, los romanos votan su unión a Italia y Roma se transforma en la capital del reino. El Papa Pío IX, que se considera prisionero, exhorta a los católicos a abstenerse de la vida política.